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Cuencos Malas y Colgantes Tibetanos
Desde hace siglos, los lamas y magos del Tíbet fabrican y utilizan unos cuencos metálicos especiales para inducir estados mentales de profundo bienestar, relajación y meditación, así como para tratar determinadas dolencias del cuerpo y de la mente.
Para conseguir los efectos deseados, los monjes del Techo del Mundo los golpean y frotan con una baqueta de madera parecida al clásico almirez del mortero. Manejados con maestría y según unos ritos antiquísimos, los cuencos producen una gama de sonidos armónicos o sobretonos -un sonido fundamental del que se desprenden otros más agudos que guardan una relación armónica entre sí- que inunda la habitación durante tiempo. Los sonidos varían en función de cómo se maneje la baqueta y de la forma, el espesor y la composición metálica del recipiente.
Fabricados artesanalmente, los cuencos tibetanos, también llamados cantores, se fraguan casi siempre a partir de la aleación de siete metales, cada uno de los cuales simboliza un planeta: oro (Sol), plata (Luna), mercurio (Mercurio), hierro (Marte), plomo (Saturno), estaño (Júpiter) y cobre (Venus).
Desde hace unas décadas, estos cuencos, así como las llamadas campanas tibetanas, se utilizan en medicina alternativa con unos fundamentos pseudocientíficos para reducir el estrés, equilibrar los denominados chakras -centros vitales del organismo-, aumentar la energía corporal, alcanzar una sensación de bienestar físico y mental, y combatir ciertas enfermedades.